3 de diciembre de 2014

Aprendiendo a cocinar

© Francisca González Campos
Siempre que entro en casa de la bisabuela, si está cercana la hora de comer, huele de maravilla. La bisabuela es una gran cocinera.
Hoy vamos a hablar de cómo, cuándo y de quiénes aprendió este arte.


- ¿Quién te enseñó a cocinar tan bien?
- Con nueve o diez años, ya estaba junto a mi madre en la cocina. Ella me iba explicando muchas cosas. También aprendí de mi tía Rita, de mi tía Paulina y de mi madrastra.

- ¿A qué edad empezaste a estar entre fogones?
- Empecé a los doce años. No hubo más remedio porque al quedarse mi madre paralítica, tuve que hacerme cargo de ella, de mi padre, de mi hermana y de mi hermano.

- ¿Ya no estaba con vosotros tu abuela, el ama de llaves de la que hablamos ayer?
- No. La abuela Francisca ya había muerto años atrás en Arcos de la Frontera.

- Entonces, tu madre tuvo el accidente viviendo ya en Huelva.
- Si, en aquella época vivíamos en una casa en La Joya. La tarde en que se cayó, bajaba de la azotea cargada de ropa del tendedero. Las escaleras no tenían barandilla y mi hermano Domingo lloraba por merendar. Ella quiso apresurarse pero se conoce que, o bien se enredó con las sábanas, o bien se tropezó con los tacones (había llegado arreglada de la calle). Se precipitó, por el lado de la escalera, al suelo del patio, golpeándose la columna. En aquel momento se levantó dolorida y no parecía grave. Pero, poco a poco, se le empezó a paralizar el cuerpo. La primera vez que nos dimos cuenta fue en la Plaza de San Pedro: le fallaron las piernas y no podía levantarse del suelo. Tuvimos que pedir ayuda. Luego, perdió la movilidad de los brazos y a partir de ahí, cada vez fue a peor.

- ¿Y fue entonces cuando tuviste que hacerte cargo de la cocina?
- De la cocina y de todas las cosas de la casa. Lo primero que lavé fueron unos pantalones para mi padre. Para plancharlos, él se puso a mi lado y me fue explicando cómo hacerlo. Luego, orgulloso, se los enseño a todos sus amigos. Yo ya sabía coser a máquina porque, con nueve años, me enseñó la maestra del colegio. Recuerdo que lo primero que hice fue una combinación para mi hermana Mercedes. Yo era una niña lista. Cada vez que venían los inspectores, siempre me elegían a mí para hablar. Una vez tuve que explicar el funcionamiento del corazón y lo hice estupendamente.

- Pero todo ese trabajo era mucha carga para una niña tan pequeña.
- Claro, por eso nos mudamos a la calle Miguel Redondo, a la casa de mi tía Rita. Precisamente con ella aprendí a hacer mis primeras tortillas de patatas. Luego, con mis primas, que eran mayores que yo, aprendí a hacer cocidos, frituras de pescado y dulces (pestiños, rosquillas, torrijas...). Mis primas eran muy cariñosas y aquel aprendizaje lo recuerdo como un juego.

- ¿De quién era hermana Rita?
- Era hermana de mi madre. Estaban: Carmen, María (que era ama de llaves de Mora Claros), Antonio, Pepe y Paco.

- También me has hablado de tu tía Paulina. ¿Quién era?
- Era una hermana de mi padre que se había quedado viuda con tres hijos (Eduarda, Carmela y Pepe). Al morir mi madre, nos fuimos a vivir con ella a la calle Alfonso XII. Era una mujer de estudios y trabajaba de telegrafista. Estuvo un tiempo destinada a Telégrafos de Bollullos del Condado (Huelva). Era toda una señora; siempre iba elegante y olía muy bien.

- ¿Tu tía Paulina también te enseñó a guisar?
- Era la que más me enseñó. A pesar de venir de buena familia, sabía cocinar muy bien. Siempre estaba metida en la cocina con las criadas, porque le gustaba que las cosas se hicieran a su manera. También me enseñaron sus hijas, que eran más mayores que yo.

- Por último, has nombrado a tu madrastra.
- Sí. Teniendo yo catorce o quince años, mi padre se casó con doña Josefa.

- ¿Le llamabas doña Josefa?
- Todos teníamos que llamarla así. Enseñaba en 'la miga'. Los niños que no podían ir a los colegios nacionales iban a este tipo de escuelas que estaban en la propia vivienda de la maestra.

- ¿Una vez que llegó doña Josefa, seguisteis viviendo con la tía Paulina?
- Entonces nos mudamos a vivir a la casa de mi madrastra, que era donde tenía la miga. Mi hermana Mercedes le ayudaba a dar las clases. Y yo empecé a bordar para mi dote, porque ya le hablaba al bisabuelo. De hecho, a mi madre le dio tiempo a conocerlo, aunque ya estaba postrada en un sillón (no había silla de ruedas). 

- ¿Recuerdas alguna de tus primeras recetas?
- Te contaré una muy sencilla, la del bizcocho. Se pesan los huevos. La mitad del peso de los huevos se pesa en harina y el doble, en azúcar. Se baten las claras sin parar, hasta que estén a punto de nieve y entonces se echan las yemas muy batidas. Cuando todo está bien mezclado, se añade limón rallado y un poquito de canela. Luego, poco a poco la harina y, a continuación, el azúcar. Esta masa se vierte en un molde que antes se ha untado con mantequilla. Y se mete al horno a unos 180 grados, una media hora. Con una aguja de hacer punto se va comprobando que por dentro esté cuajado y por fuera, dorado. Así de fácil.

© Francisca González Campos
© Selene Garrido Guil

2 comentarios:

  1. Cómo cocina...sus croquetas, tortillas, alcahuciles rellenos, atún y bacalo con tomate, ese bizcocho que aparece en el blog...Todo me recuerda a mi infancia. Son inigualables. Por suerte, cuando me fui por primera vez de casa me senté fon ella y un cuaderno a apuntar muchas de esas recetas que se intentan reproducir con mayor o menor éxito en casa.
    Muchas gracias por hacer este blog. Es un regalo no sólo para ella, también para nosotros.
    Un beso grande
    Diana

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    1. La receta del bizcocho pretende ser la primera de muchas más, ya que queremos ir alternándolas con los recuerdos. Así el blog también servirá como archivo de consulta de recetas tradicionales con ese sello inigualable que muy bien apuntas. Desde luego, como en su casa, no se come en ninguna parte.
      Diana, muchas gracias por valorar nuestro trabajo.
      Un beso de parte de las dos.

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