1 de diciembre de 2014

Ordenando los primeros pensamientos

© Francisca González Campos
Qué frío hace en la calle y qué calentito se está alrededor de la mesa de camilla. Hoy empezamos este blog. La bisabuela está un poco emocionada. Quizá hay algo de miedo a mostrarse cual es y quizá hay algo de alivio de sentirse escuchada. Le dejo tomarse su tiempo.


- ¿Cómo te encuentras hoy?
- Hoy me he levantado con el corazón triste. Me siento tantas veces sola… No sé si mis pensamientos molestarán o importarán a alguien.

- De eso no te preocupes. Estas cosas las vamos a escribir para nosotras y para quien quiera leerlas.
- Me acuerdo mucho de mi padre que, después de mi marido, era la persona que más quería del mundo. Uno y otro se marcharon con tan sólo un año de diferencia.

- ¿Y tu madre?
- Tuve la desgracia de perder a mi madre cuando yo tenía doce años. Se cayó por unas escaleras y perdió el hablar y el andar. Entonces cuidé de ella, de mi padre y de mis dos hermanos -de nueve y cinco años-. Mi madre se quedó paralítica en un sillón y, a los dos años del accidente, falleció.

- ¿Qué edad tenías cuando perdiste a tu marido?
- Tenía treinta y cinco. Me quedé sola con cinco hijos, dos hembras y tres varones. Pasé más de tres años llorando 'en un pozo sin luz'. Sólo quería que Dios me lo devolviera.

- ¿Qué edad tenían los niños en aquel entonces?
- El más pequeño tenía ocho meses y el mayor, once años. A mi hija mayor, con nueve años, la metí interna en un colegio de monjas. A la madre superiora le pregunté: “¿Qué va a ser de mi vida?” Y ella me respondió “No te preocupes que Dios te ayudará. Llámalo, que Él te escucha”. Así lo hice y así fue.

© Francisca González Campos
© Selene Garrido Guil

3 comentarios:

  1. Benito A. de la Morena Carretero7 de diciembre de 2014, 21:08

    Alegría, sorpresa, emoción y recuerdos, son algunas de las expresiones que se me ocurren tras estas lecturas que desgranan la vida de tu bisabuela, que es, más o menos la misma que la que debió tener la mía, y la de tantos otros que vivieron esa época triste que nos ha llevado a esta otra época triste, pero cada una con sus alegrías, como es la vida, como fue la historia de España durante las repúblicas, la guerra y la postguerra, un periodo que nos ha marcado y cuyas secuelas todavía nos atrevemos a revivir.
    Has tenido el valor de asomarte a esa ventana de la historia por una preciosa ruta, como es a través de las confidencias de un ser tan querido, y estoy seguro que sus palabras, llenas de verdades y bondades, te enriquecerán y te harán sentir bien, muy bien, pero que muy bien, y eso es lo más importante de esta emocionante aventura que ahora inicias. Seguramente descubrirás en ella aspectos que antes no te imaginabas y te harán saber cómo enfocar aspectos fundamentales de la vida, de tu vida, y la persona que te acompañe en el futuro y los hijos que llegues a tener, también se beneficiarán de ello, pues te habrás enriquecido moral y humanamente gracias a estas confidencias reveladas desde el amor y la confianza.
    Enhorabuena por esta iniciativa, propia del fruto que nace del mismo árbol, y sigue por este camino que busca tu belleza interior, a través de tus escritos.

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    1. Cuando se dispone de muchos retazos de historias de una vida, si no se ordenan y se conectan, a veces llega a hacerse difícil comprender la totalidad y la realidad. Recomponer esta especie de puzzle, con la suerte de contar con la protagonista, era una oportunidad que no podía desaprovechar. Aún más cuando ella se ha revelado como una entusiasta compañera de trabajo, paciente, generosa, benevolente y creativa. Seguro que si la vida le hubiera llevado por otros derroteros más amables y con más oportunidades para cultivarse a sí misma, hubiera llegado aún más lejos.
      Muchísimas gracias por todo lo que dices, Benito, de parte de las dos.

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  2. Selene, has realiazado un magnífico trabajo. Con él, te has hecho acreedora de todo el cariño que te profesa la "bisabuela". Enhorabuena, sobrina.

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